LAS MEMORIAS DE
NERUDA
Medio año después de la muerte del poeta chileno Pablo Neruda nos llegan estas memorias. El poeta confiesa haber vivido. Apoteósicamente la vida y la muerte se han paseado por su piel quedando marcado en su rostro las alegrías y los dolores de tanto tiempo de lucha. El autor del Canto General nos cuenta su vida, nos narra sus ilusiones y, a la vez, sus desencantos, nos muestra las heridas, pero también las flores que ha recibido. Neruda embarcado en sus quimeras llega a las profundas realidades descubriendo al hombre, siempre al hombre. El ser humano despierta con su clamor. El poeta canta y las piedras y los mares se ríen. El poeta, desesperanzadamente, ha regresado a la tierra.
No quisiera
equivocarme al decir que Pablo Neruda ha sido uno de los mejores poetas de este
siglo en lengua hispana. Pablo ya era poeta mucho antes de escribir versos,
pues no hace el escribir versos el ser poeta, con ser íntegra y dignamente
Hombre en mayúscula basta. Así el poeta Neruda haciendo memoria, recordando y
confesando nos deleita con la lectura de este libro titulado Confieso que he vivido. Neruda nos
introduce en su mundo, en sus cosas, en sus ideales, en su poesía, en lo que
ama y en lo que odia. Entre libros y caracolas perdidas y reencontradas y
nuevamente perdidas, como la esperanza, como tantas cosas más… Neruda nos
ofrece la llave de su corazón y se nos abre, a través del papel impreso, como
el verdadero amigo que todos buscamos y necesitamos. Pablo Neruda, amigo y
maestro, poeta y hombre de nuestro tiempo.
Neruda nos
ofrece sus caminos, sus soledades, sus amores, sus viajes consulares, sus
amigos poetas. Sus versos brotan por doquier como una fuente de agua clara.
Versos como flores esparcidas a los cuatro vientos, ramilletes de palabras. La
vida pasa y el joven camina.
De su patria
chica en la América del Sur hasta el Extremo Oriente. El retorno a su casa de
Chile. Sus pasos por las tierras de España siendo embajador de la poesía con su
caballo verde. Y Buenos Aires en su camino de amistad en el primer encuentro
con García Lorca, su gran amigo de risa afable y verso libre. Herida será para
él más tarde cuando el fascismo asesine a su hermano el poeta de Granada.
Neruda llevará a Lorca en el corazón el resto de sus días. Su llegada a
Barcelona para convertirse en cónsul de la poesía y, posteriormente, Madrid en
donde triunfa la más grande generación de poetas españoles. Neruda se integra
con ellos y con ellos cabalga en su Caballo
verde para la poesía.
Y allí están
Aleixander, Alberti, Hernández, García Lorca, Altoaguirre, Cernuda, Guillén,
Salinas, Leopoldo Panero, León Felipe, Rosales, Gerardo Diego… Neruda se siente feliz junto a sus amigos
españoles, la soledad que sintió en Extremo Oriente ha quedado saldada. En
España solo recibe atenciones, funda una revista de poesía, pero pronto dejará
de publicarse, pues una gran nube negra se cierne sobre la piel de toro,
estalla la Guerra Civil. El poeta se une abiertamente a todos los intelectuales
de su generación en la causa republicana. Acabada la guerra con la victoria
franquista, Neruda desde París se dedicará a rescatar españoles de los campos
de concentración del sur de Francia para enviarlos en expedición con el barco
Winnipeg a Chile. El presidente de la nación Pedro Aguirre Cerda le ha
encargado la misión de recoger a los refugiados españoles: extremeños,
castellanos, catalanes, vascos, etc. Neruda, con su España en el corazón
regresa a su tierra, en Madrid ya no tiene amigos, a su pesar, jamás volverá a
pisar la tierra española.
Neruda
proclama, palabra a palabra, sin miedos, sus verdades, confiesa que lucha con
la única razón de que la lucha desaparezca para siempre del mundo. Neruda se
considera hombre de paz, y cree que la verdadera paz solo se conseguirá con la
gran ternura y fraternidad humana. Neruda no quiere vivir en un mundo de
excomulgados, quiere ser libre, quiere que la gente pueda decidir lo que más le
convenga sin necesidades de politiquerías baratas que a nada conllevan. Neruda
confiesa su amor al comunismo y su predilección por la Unión Soviética. Neruda
se siente americano y está al lado de Fidel Castro y de Che Guevara, y, a la
vez, se muestra contrario a la política imperialista y destructora, le llama
nixonicidio, de los Estados Unidos.
Nos cuenta
las grandes alegrías y esperanzas del triunfo de la Unión Popular chilena y la
bella experiencia socialista de tres años del presidente Salvador Allende.
Luego nos relatará la terrible tragedia del 11 de septiembre de 1973, fecha
horrible en que los soldados del ejército chileno a las órdenes del general
Augusto Pinochet traicionarían el mandato del pueblo.
Neruda es un
inmenso huracán, una enorme montaña, una casa pintada de poesía en una isla
negra. Neruda, que había alcanzado los dos premios más importantes del mundo
capitalista y socialista, el Nobel y el Lenin, se congratulaba de ser el hombre
más sencillo de la tierra al lado de su compañera Matilde Urrutia. La poesía es
un oficio de vida y de muerte. Neruda, embajador de Chile en París, retornó
enfermo a su patria y allí, en Valparaíso, junto al mar, les sorprendieron los
acontecimientos que tiraron sus esperanzas por los suelos. Chile había sido
traicionada y Allende había muerto en su puesto de honor defendiendo la Casa de
la Moneda. El corazón de Neruda no resistiría tanta amargura, su casa había
sido saqueada y sus libros quemados por las hordas militaristas. Pablo Neruda
moría el 23 de septiembre de 1973 a los sesenta y nueve años de edad.
Ferran Aisa Pàmpols
Barcelona, 1974