La Canadiense. cien años de la conquista obrera de las
ocho horas
Ferran Aisa
La conquista de la jornada laboral de las ocho horas
fue el resultado de una lucha titánica del movimiento obrero organizado que,
desde los lejanos años de la Primera Internacional, se reivindicaba. Los tres
ochos formaban parte de la mitología de la clase obrera: ocho horas de trabajo,
ocho horas de estudio y esparcimiento y ocho horas de descanso. A partir de
1889, tras el Congreso Socialista de París, se había establecido una fecha
anual el Primero de Mayo para reivindicar la jornada de las ocho horas. La
lucha obrera fue constante, treinta años después se conseguía dicha jornada
laboral en España, primer lugar del mundo en decretarla no gratuitamente sino tras
una dura huelga local que gracias a los principios anarcosindicalistas der
solidaridad se convirtió en general. En 1919 el proletariado catalán afiliado
masivamente a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) llevó a cabo dicha
huelga conocida con el nombre de la Canadiense. Hagamos una breve
recapitulación para hablar de esta popular empresa multinacional. El 25 de
agosto de 1911 se había constituido en Toronto la Spanish Securities Co.
Limited que se convirtió en propietaria de varias empresas barcelonesas y
catalanas de electricidad y de transportes. Poco después se firmaba en
Barcelona los poderes de la nueva sociedad Barcelona Traction Ligth and Power,
que se hacía cargo de la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro, de los Tranvías
barceloneses, del Ferrocarril de Sarrià. Esta empresa de capital mayoritario
canadiense, de ahí su popular nombre. se hizo cargo también de la central
eléctrica del Paral·lel, de las presas en construcción en Lleida (Seròs,
Camarasa, Talarn, etc.) y empezó a construir los Ferrocarriles del Vallès.
La Canadiense fue dirigida en sus inicios por el
ingeniero y masón rotario Frank S. Pearson, hombre liberal y de gran cultura,
que falleció el 7 de mayo 1915 cuando se trasladaba a New York en el Lusitania
siendo torpedeado por un submarino alemán. El nuevo gerente de la Canadiense
fue Frase Lawton, un hombre no tan liberal como su predecesor.
Los años que preceden al inicio de la huelga están
marcados por la ilusión que representó para el proletariado en general el
triunfo de la revolución rusa, y por la crisis económica derivada del fin de la
Guerra Mundial. El paro y la miseria hicieron mella en la sociedad catalana que
se organizó rápidamente en la CNT, prueba de ello que dicha central pasó de
tener 15.000 afiliados en 1915 a tener 350.000 en 1918, por medio había
participado con la UGT en la huelga general de 1917 y había organizado el
Congreso Regional de Sants de junio de 1918. En este comicio los
anarcosindicalistas no solo ratificaron sus postulados de acción directa,
solidaridad, apoyo mutuo y federalismo, sino que constituyeron los Sindicatos
Únicos o de industria, pieza clave de la modernidad del sindicalismo.
La huelga de la Canadiense tiene su prólogo el
diciembre de 1918 en el conflicto derivado de la construcción de la presa de
Camarasa (La Noguera-Lleida), cuando los trabajadores indignados por las malas
condiciones laborales en que tenían que trabajar se declararon en huelga y
buscaron el apoyo de la CNT. El 15 de diciembre se convocó la huelga general en
la provincia de Lleida. La lucha de los obreros de la Canadiense se trasladó a
Barcelona a primeros de febrero de 1919 cuando ocho trabajadores de la oficia
de facturación fueron despedidos por no aceptar la oferta de la empresa de
reducción de salario. La solidaridad con los trabajadores no se dejó esperar,
primero fueron los oficinistas, luego se unieron los electricistas y el resto
de afiliados al Sindicato Único de Agua, Gas y Electricidad. Como una mancha de
aceite la solidaridad con los trabajadores de la Canadiense se extiende a los
sectores de transporte (carreteros, tranviarios, ferrocarriles de Catalunya,
estibadores del puerto), artes gráficas, alimentación, etc. El 17 de febrero
entra en huelga el sector textil donde el 80 % de su plantilla son mujeres. El
21 de febrero los trabajadores de la central del Paral·lel cortan la luz
dejando Barcelona sin energía. La ciudad queda completamente sin alumbrado
público y privado que afecta a oficinas, talleres, comercios, almacenes,
espectáculos, prensa… La huelga afecta al 70 % de la industria catalana.
Paralelamente el capitán general de Catalunya Milans del Boch decreta el Estado
de Guerra y militariza a unos 3.000 trabajadores, que se niegan a trabajar
siendo detenidos y conducidos al Castillo de Montjuïc. El Sindicato Único de
Artes Gráficas aplica la censura roja tanto en las imprentas como en las
rotativas de los periódicos negándose a publicar ningún bando en contra de la
huelga de los trabajadores. El 17 de marzo se inician las negociaciones entre
los representantes de la empresa, el delegado del gobierno y el Comité de
Huelga que ha sido excarcelado para que pueda asistir a las reuniones donde se
aprobarán las bases de trabajo donde entre otras cuestiones laborales se
establece la jornada de ocho horas diarias y se pide la libertad de todos los
presos, cosa que conceden exceptuando unos cuantos obreros que tienen causas
pendientes.
Las bases serán ratificadas por los trabajadores en la
Asamblea de la plaza de toros de Las Arenas donde destaca la oratoria de
Salvador Seguí “El Noi del Sucre”, los cuales dan un plazo de 72 horas al
gobierno para que deje libres a todos los trabajadores. El 24 de marzo estalla
la huelga general que durará 15 días, en este intervalo de tiempo, el 3 de
abril el gobierno presidido por el Conde de Romanones firma el Real Decreto
Laboral de las horas o cuarenta y ocho semanales. El 8 de abril termina la
huelga general con la victoria de los trabajadores.
Ferran Aisa Pàmpols, es autor de "La huelga de la Canadiense. La conquista de las ocho horas" (Entreambos, Barcelona, 2019). También en catalán editado por Edicions de 1984-Ajuntament de Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario