Tranvía
Las hojas de los árboles empezaron a
caer con la llegada del otoño
con su color amarillo en el pelo, el
barrendero recogía las horas extras
de la clase trabajadora y las haches se
comían el bucle de sus amantes
vestidas de gánster de Chicago con Eliot
Ness y sus Intocables
jugando a la ruleta rusa con Al Capone, gente
dispuesta a todo
y
a revivir historias literarias de la mano del famoso fantasma
de la calle Morgue, mientras Edgar Allan
Poe buscaba los negros cuervos
en las mismas puertas del Edén con el
Ángel del Señor expulsando a Lucifer
del paraíso. Los sindicalistas
escuchaban canciones de Joe Hill
y los maoístas esgrimían el Libro Rojo.
Ecologistas libertarios reivindicaban la
vida sana:
¿Quién viviera en una ciudad modelo?
¿Quién viviera en una sociedad libre?
Un mundo sin polución ni ruido ni coches
ni contaminación.
Una ciudad con transeúntes, ciclistas y
tranvías...
Tranvías jardineras y tranvías
preparados para hacer travesías eróticas por la ciudad.
¡Qué felicidad más grande! Ahora todo es
utopía... ¡Viva la Utopía!
El deseo se desnuda sin vergüenza y se
muestra libre delante del mundo
a la espera de coger el tranvía en
cualquier parada urbana
para hacer camino en la vida e ir aún
más lejos del ideal en la próxima revolución.
Ferran Aisa Pàmpols (publicado en Balada de los tiempos difíciles, Amargord,, Madrid, 2014.
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