El otoño de 1910 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo
en el Congreso de la Federación Solidaridad Obrera de Cataluña,
celebrado en el Palacio de las Bellas Artes de Barcelona. La CNT se
convirtió muy pronto en la gran organización sindical del proletariado
ibérico, pero sobre todo los obreros de la industria catalana. En España
compartió hegemonía con la UGT, con la que colaboró en acciones
puntuales de lucha sindical.
La fuerza obrera de la CNT en Cataluña y en otros lugares de la
Península Ibérica se basaba sobre todo en la defensa tenaz de los
militantes de los sindicatos de la problemática real de los
trabajadores. Y este acercamiento se hacía sin falsas purezas
ideológicas, sino a través de la solidaridad mutua de clase y en busca
de la emancipación humana. Cien años más tarde la CNT todavía existe,
pero su presencia activa en el mundo laboral y en la sociedad ha
disminuido considerablemente.
Conocer la historia del movimiento obrero catalán e ibérico es
fundamental, tanto para aprender de sus hazañas como de sus derrotas. El
trabajo que ahora presento, CNT, la fuerza obrera de Cataluña, es el
resultado de años de investigación y de asimilar la historia del
movimiento anarcosindicalista. Se trata, en definitiva, de la
continuación de otros trabajos anteriores ya publicados como La cultura
anarquista en Cataluña (Ediciones de 1984, 2006) y La Internacional, el
nacimiento de la cultura obrera (Editorial Base, 2007).
Este estudio es una crónica de unos hechos que impregnan de obrerismo
la historia de Cataluña y de España, principalmente durante el primer
tercio del siglo XX. El ensayo es una síntesis de la epopeya de una
organización obrera única en el mundo, que mantuvo su fuerza hasta el
año 1939. Creo que ya es hora de reconocer la magnitud y el peso de la
CNT en la historia de nuestro país, demasiadas veces olvidada o
vilipendiada en casa, mientras que ha sido honrada por los historiadores
hispanistas que han visto en la historia de la CNT y en su obra
constructiva un ejemplo genuino sin comparación con ninguna otra
organización obrera del mundo.
Si el siglo XX conoció la gesta de la revolución soviética bajo la
égida del marxismo-leninismo, la otra gran revolución fue la libertaria
que lideró la Confederación Nacional del Trabajo. Ambas fracasadas por
causas diferentes, la primera porque la revolución devoró la misma
revolución, y la segunda por los propios errores y por las trabas
puestas por el estalinismo primero y por el fascismo después.
La CNT que seguía (y sigue) los principios de la Internacional: «Ni
Dios ni amo" o "La emancipación debe ser obra de los trabajadores mismos
o no será» luchaba (y lucha) para establecer un mundo libre y
autogestionario. Y los militantes cenetistas que aspiraban a cambiar el
mundo eran, como dijo Luis Andrés Edo, peones ilustrados, ya que la CNT,
más que una organización sindical, era una escuela de militantes y una
forma de vida.
El anarquismo organizado primero tuvo cuidado de enseñar a leer a los
obreros y luego los ilustró, y así nació el proletario consciente. Sus
militantes han sido maltratados por la historiografía dominante y
calificados de «huelguistas-salvajes», «pistoleros», «ignorantes»,
«comecuras», «faísta», etc. También es curioso que, como dice Joan
Manent, cuando eran detenidos y llevados a comisaria los años veinte, el
insulto preferido de los policías españoles a los sindicalistas era
llamarlos «perros catalanes» y durante la República, con la policía en
manos de la Generalitat, pasaron a ser denominados despectivamente
«murcianos de la Torrassa» o "chusma".
CNT, la fuerza obrera de Cataluña nace de un concepto extraído de la novela proletaria de Víctor Serge El nacimiento de nuestra fuerza,
donde se explica la aparición del movimiento anarcosindicalista en la
ciudad de Barcelona en 1917. La CNT se consolidó como la gran fuerza
obrera, y logró convertirse en el faro del proletariado ibérico del
primer tercio del siglo XX y un mito para el movimiento revolucionario
antiautoritario mundial. El ensayo narra la epopeya de la CNT, que no
sólo reivindicaba mejoras laborales o sociales, sino que llevaba en su
seno una filosofía humana que era el germen de una revolución para
lograr una nueva sociedad organizada a través del comunismo libertario.
La CNT promovió la idea utópica que desarrolló durante el tiempo de la
revolución 1936-1937.
El estudio se detiene en 1939 con la derrota republicana en la Guerra
Civil y con la gran diáspora que protagonizaron cerca de medio millón
de personas. Entre la emigración más numerosa había miles de cenetistas
que huían de la dura represión que aplicaron los vencedores a los
vencidos. La historia siguiente protagonizada por libertarios merece un
estudio aparte que trate con cuidado la lucha anarcosindicalista en los
tiempos difíciles del exilio, de la clandestinidad, de los maquis y de
la guerrilla urbana. Así como los movimientos libertarios aparecidos en
los años sesenta y representantes, la posterior reconstrucción
confederal, la represión, la escisión, la decadencia hasta la situación
actual con la pervivencia cenetista, la CGT y la aparición de nuevos
movimientos sociales y antiautoritarios. Realmente esto ya es otra
historia que todavía queda por hacer.
¡Salud!
Ferran Aisa-Pàmpols
(Publicado en Rojo y Negro, 14-2-2013)
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